Vivimos un fin de ciclo, pero no creo que esto acabe en revolución

En El testigo invisible (Editorial Planeta), mi última novela, he querido contar la historia real del trágico final de la familia Romanov. En dos meses ya ha alcanzado la quinta edición.

XLSemanal. ¿Qué le han dicho sus amigos de esta novela?
Carmen Posadas. Pues estoy muy contenta porque las hay que gustan más a la gente joven, a los viejos, a las mujeres… pero esta ha sido muy unánime, le ha gustado a todo el mundo.

XL. El testigo invisible es un criado de los zares que cuenta la vida de la familia real a la que él sirvió, ¿una especie de Downton Abbey a la rusa?
C.P. Sí, sí; es que la visión de los criados es muy directa y cercana; de hecho, mientras ellos sirven la mesa, están escuchando las intimidades más bestiales que cuentan los señores sin darse cuenta de que los están oyendo.

XL. ¡Y tan directa! Cuenta que la mitad son hijos de los grandes duques y príncipes a los que sirven.
C.P. [Sonríe]. Además, a grandes rasgos, han sido gente muy leal y muy discreta. Hasta ahora no se conocen las memorias del mayordomo de Napoleón ni de los sirvientes de María Antonieta…

XL. Desde que asesinaron a la familia Romanov, han aparecido por el mundo muchas Anastasias y Zarevichs resucitados…
C.P. ¡Todos son falsos! Ninguno ha aguantado la prueba del ADN, la rama directa se extinguió totalmente. En cambio te diré que María Romanov, la auténtica heredera al trono ruso, estaba conmigo en el colegio, aquí en Madrid.

XL. ¿Intimaron?
C.P. Sí, éramos amigas e íbamos al cine juntas. Recuerdo que, para mí, el máximo era que tuviera secretaria, porque era normal que tuviéramos institutrices… ¡pero secretaria a los 14 años! [se ríe].

XL. En La cinta roja recreó la Revolución Francesa y en este libro, la Revolución Rusa. Muchas cosas de las que describe en ambos casos coinciden con la situación actual.
C.P. Me lo dice mucha gente (sonríe). Es verdad que estamos viviendo un fin de ciclo, el final de muchos paradigmas que venían funcionando, un cambio en la escala de valores… pero no creo que esto acabe en revolución. Los cambios violentos suelen producir catarsis, que siempre son mejores que una lenta agonía.

XL. En todas sus novelas, la busco entre sus personajes. En este caso…
C.P. Creo que la que más se parece a mí es Alejandra, la zarina, por su enorme timidez. Le daba corte saludar a la gente y pensaban que era una altanera, una petarda y una estúpida. Y solo era tímida.

fuente: xlsemanal.com